19/3/12

Ingredientes robados por ahí-Un paseo por la Literatura infantil

Corto ganador del Oscar:
The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore 
de William Joyce y Brandon Oldenburg
Cuando pongo en un cubilete los nombres Ivana, Barbi, Mario, Hernán (también Celina y Martín), puedo mezclarlos y darlos vuelta que siempre la ecuación da lo mismo: una cocina en medio de una librería. 
En la Boutique del libro de Villa Urquiza macerábamos historias a punto cinta buscando formas de invitar a las familias. Es así como aparecían estrategias con forma de telón que desteñía (a quien lo atravesara o descorriera o rozara con la yema del dedo meñique) y memoria de folleto armado a imágenes fotocopiadas.


Las entradas se vendían en la Planta Baja y daban derecho a un sorteo. Los adultos mayores de 15 años entraban gratis, pero debían estar bajo el cuidado de uno o más niños. Tenían obligación de portarse bien... por eso se sentaban en el piso y dejaban las risas en los bolsillos  (sin el celofán, claro) para que pudieran usarse justo en el momento que dieran las ganas. Los chicos debían acompañarlos y guiarlos en la lectura de los libros que miraban al final, no fuera a ser cosa que las historias se leyeran sin interés o con poca atención a los detalles. 


La actividad tenía tanto sabor a bar de barrio que al ver salir a las familias por la puerta ya queríamos que volvieran. Por eso empezábamos otra vez a planear las invitaciones para que no faltara nadie y para que siguiera viniendo gente nueva. Y así volvíamos a cocinar olvidándonos de las recetas y dejando que en el medio aparecieran también "nuestros libros"...y mientras nos contábamos historias armábamos el próximo encuentro, esperando ese momento de torta levada en donde no había más que ser domingo y sentarse a comer en compañía.

El pedido
Kati, la directora del Museo de Forssa (Finlandia) para el que trabajo me pidió que la ayudara con una publicación para chicos que quieren hacer en el museo. Piensan escribir un cuento en donde un personaje de época inventado guíe el recorrido. Mi consejo fue leer ejemplos de otros museos (ver la historia de Matti por ejemplo) y espiar propuestas de la literatura infantil. También tener cuidado en no poner lo literario al servicio del mensaje que se quiere transmitir.
Muchas veces en el intento de conjugar lo teórico del museo con un relato ficcional se construyen textos pobres que apenas sacan una chispa de algo que podría ser un incendio completo. Es tal el peso de lo que el museo quiere transmitir que el relato termina siendo completamente olvidable.
Me parece que cuando hay una buena historia con escenas potentes se pueden abordar problemáticas de manera más profunda que en un relato con tufillo a engaño. El "te cuento un cuento, pero en realidad lo único que quiero es darte información sobre el museo" no sólo es un desilusión sino que también le quita la oportunidad a las piezas del museo de aparecer en una densidad de distintos niveles, una densidad relacionada con la vida y con la carnadura de un buen cuento.

La búsqueda
En este post van algunos de las propuestas sobre literatura infantil que pensé para ellos. Decidí elegir cuatro "faros" y de allí proponer "ramas" posibles.  Busqué libros que los chicos eligen invariablemente y traté de relacionarlos con otros textos que tuvieran algún recurso en común.  Esta idea parte de un artículo de Margaret Meek (1) que leí hace rato y que dice que es importante tener en cuenta la perspectiva del lector infantil para re-definir "qué es literatura infantil". Es importante para ella tener una mirada sorprendida capaz de escuchar lo que los chicos prefieren leer y las maneras que tienen de hacerlo antes de proponer nuestras categorías "de adultos":

“Los textos que escogemos ascienden a la categoría de literatura porque somos responsables de definir lo que puede considerarse evidencia de su valor. Pero necesitamos reevaluar qué es lo que consideramos evidencia. Los libros se deslizan entre nuestras categorías de género, postura y estilo narrativos, texto y estructura, ideología y relevancia social. Pero los nuevos lectores son esencialmente diferentes." (Meek,2001)



Faro Número 1: "Mi globo paseando por Nueva York, yo en el Metropolitan Museum" de Jacqueline Preiss Weitzman, Robin Preiss Glasser. 
Cuando trabajaba con libros de Arte para niños siempre me sorprendían las diferencias en las elecciones. Mientras los adultos estábamos fascinados hojeando las ideas de varios bien intencionados autores, los chicos  solían agarrar libros como este que no enfocaban de frente "el tema". Sorprendía además su decisión porque era un texto que apenas tenía color y los dibujos no ocupaban toda la página. Parecía toda una afrenta a las ediciones más pulcras con sus personajes que balconeaban de amabilidad. 
Una de las hipótesis que se me ocurren es que les resultaba atractivo el estilo de historieta y que el conflicto fuera claro y contundente: el guardián del museo se compromete a cuidar el globo de la niña que va de visita y ¡se lo pierde! 
Siguiendo esta línea se me ocurren estas recomendaciones:
  • Espiar en la historia de la historieta. Una de las que más me gusta es "Little Nemo in Sumberland" por su apuesta surrealista (un chico sueña cosas imposibles) y su uso del espacio. También me encantan las  "Aleluyas" (siglo XVI en adelante) por cómo resuelven el tema religioso en una página llena de dibujos y frases cortas.  
  • Las historietas "de grandes" adoptadas por los chicos. En Argentina me alegra ver cómo "Mafalda", "Yo, Matías" y "Macanudo" son parte de las lecturas elegidas y compartidas por los chicos con toda naturalidad... ¿Qué entienden nos preguntamos nosotros? , ¿Qué no entienden? nos contestan ellos. 
  • Las historietas con historias "largas". Mis preferidas son "Astérix y Obélix" (en lo personal prefiero la época en donde Goscinny era el escritor), "Lucky Luke" y también algunas de "Tintín". 
Macanudo-Liniers
Faro Número 2: "¿Dónde está Wally?" de Martín Handford
Tengo que confesar que cuando era maestra muchas veces saqué este libro de la mesa de textos. Era tal la fascinación que provocaba que no faltaban las peleas y los enojos  porque teníamos un solo ejemplar. Como adulta debo decir que es un libro que me resulta altamente aburrido, a la tercera página quiero ir a hacer cualquier otra cosa o usar las páginas como papel de regalo. Pero parece que los chicos no piensan igual que yo... Es probable que el juego sea un aliciente, pero también que más allá del desafío de encontrar "la aguja en un pajar" sientan una atracción especial en ese abarratomiento de personajes que a lo Brueghel están haciendo diferentes cosas.
Estas son las ramas que propongo:
  • Libros como "Yo y mi gato" y  "En el desván" de Satoshi Kitamura pueden ser una buena idea, varias veces vi a los chicos detenidos en los detalles. En "De paseos y otros viajes en hoja" (el libro que hice con Nicolás Arispe) también hay algo de eso. También se puede mirar "El país de Jauja". de Kasparavicius o alguno de "Mauri Kunnas"
  • Otro autor que lleva a los encuentros y al detalle de una manera abierta a muchas interpretaciones es Anthony Browne. En sus libros nada es lo que parece y hay que leerlo muchas veces para empezar a encontrar formas diferentes. Unos de los que más me gustan a mí son "Gorila" y "Cambios". 
"Esa mañana, a las diez y cuarto, José Kaf
notó algo extraño en la tetera" (Cambios de Anthony Browne)
Faro Número 3: "Zoom" de Istvan Banyai
Para el que no conoce el texto cuento que es un libro ilustrado en donde el punto de vista se va alejando en cada página generando un juego en donde la imagen siguiente enmarca a la anterior. Los chicos suelen ir y venir para comprobar los cambios de tamaño y viven con total naturalidad la relectura en días sucesivos. Pienso que para un libro de un museo puede ser interesante trabajar  la posibilidad de diferentes miradas. Proponer distintas posibilidades es una manera de desnaturalizar nuestra forma de conectarnos con los objetos. También de poner en duda la conexión entre realidad e imagen y recordar el "esto no es una pipa" de Magritte.
Los libros que siguen tienen algún tipo de juego óptico:
  • En  "La carta de la señora González" una sucesión de hechos encadenados están anticipados por dibujos sugeridos en la escena anterior.  Por ejemplo una península por la que camina un cartero tiene forma del pescado que se lo traga en la próxima. Es un texto experimental con base en las retahílas de los cuentos populares. 
  • "El libro en el libro en el libro" trabaja con el recurso que tantas veces miramos en el polvo Royal. La protagonista real es la protagonista del libro y por eso se ve reflejada "ad infinitum" al abrirlo. La ficción y realidad se confunden en esta historia escrita en segunda persona. Es interesante además cómo se plantea directamente la distorsión de la imagen al aparecer en la "ficción" un conejo que no está en la "realidad".
  • En  "Historia sin fin" aparece un relato circular que avanza mostrando partes del próximo objeto formando cadenas vitales como las de las de alimentación o de la vida. 
El libro en el libro en el libro de Jörg Müller

Faro Número 4: "Olivia" de Ian Falconer
Antes de ser dibujito animado, Olivia, era "de papel". A los chicos les fascina este personaje que parece no cansarse nunca. En el primer libro se muestran distintos momentos de su día que incluyen la visita al museo, la lectura de un libro sobre María Callas y la visión de su habitación con una lámina bastante "original". Como en el cuento del globo en el Metropolitan, el Arte aparece "de costado" iluminando  lo que el relato nos cuenta. El personaje genera una empatía muy rápida y cuando eso pasa se nos hace querible y una quiere seguir leyendo. No es nada fácil generar esto, pero creo que si se logra es una llave para dejar un hilo suelto para que los lectores "quieran más".
Estos son algunos de mis personajes favoritos de la Literatura infantil:
  • "Manolito Gafotas" de Elvira Lindo, el españolito "de Carabanchel" con una familia muy particular y una manera de ver el mundo sin vueltas. También me encanta "El pequeño Nicolás" de Goscinny, especialmente por su mirada sobre lo escolar . 
  • Existen personajes muy fuera de la lógica como los señores Moc y Poc de Pescetti, sus silogismos y manera de ver la vida es buenísima! Lean, si no lo hicieron, la manera de describirse que tienen!
  • De estas tierras nórdicas (ya hace un año que estamos en Finlandia!) se puede pensar en Pippi Långstrump de Astrid Lindgren, una chica muy fuerte que se la pasa de aventura en aventura. También, claro, en cualquiera de los personajes de la familia Mumin de Tove Jansson por sus diferentes niveles de lectura. 
  • En el libro "Gran libro de los retratos de animales" se trabaja sobre personajes famosos de la pintura. La parodia hace que veamos en sus lugares animales que visten la misma ropa y adoptan igual postura generando un relato desacomodante y muy gracioso. 

(1) MEEK, MARGARET, “¿QUÉ SE CONSIDERA EVIDENCIA EN LAS TEORÍAS SOBRE LITERATURA PARA NIÑOS?” en Un encuentro con la crítica y los libros para niños. Caracas, Parapara Clave, Banco del Libro, 2001.


Nota: la fuente principal para escribir este post fue la revista Imaginaria. Si no la conocen todavía les recomiendo que se den una vuelta y que se suscriban vía web. ¡Es gratuita y los artículos son de excelente nivel! Ir a Revista Imaginaria

4/3/12

Releyendo a Beverly Serrell- Exhibit labels


Cuando releo un libro vuelvo a ciertas páginas que ya conocía. 
Entro sin sombrilla y en busca de eso que me había sacado por un rato de la siesta. 

Voy por los recodos de barro y los pasillos llenos
de hipos y de ovillos...
sumerjo los pies para dejar que los peces boqueen entre los dedos...

Me pierdo un rato y me revuelvo con cuchara de sopa...
ya no corro, ya no trato de buscar pepitas, ya no, ya no. 
El final es principio y el laberinto, un reloj sin minutero.    




Exhibit labels
Foto sacada por Mariana Pugliese
Este fue el libro que releí en enero. No fue fácil porque tenía a mi bebé recién nacido y mi "serprimeriza" entre las manos. Sin embargo entre comida y dormida logré poder hacerme tiempos cortos porque hace rato tenía ganas de re-abordarlo.

Para el que no conoce el escrito le recomiendo la lectura. Es un texto muy interesante que analiza la escritura de carteles en los museos y da pautas para lograr que sean "amigables" e "interpretativos".

Cuando leí el libro por primera vez había hecho foco en lo formal, en el poco tiempo que pasan los visitantes en las muestras y en lo importante que era elegir bien las palabras y buscar frases provocadoras o preguntas incisivas. En esta segunda vuelta aparecieron detalles a los que no había prestado atención y me quedé dando vueltas en lo complejo que puede ser escribir unas pocas palabras... ..



Neil Postman
No me acordaba que él hubiera escrito el prólogo ni que ella lo citara a lo largo del texto. Ahí van dos de las ideas suyas que siguieron resonando en mi cabeza en los días posteriores a la lectura: 

  • En el prólogo nombra al museo como una forma de teatro en donde se cuentan historias. "Un lugar de relatos grandes y pequeños sobre lo que significa y es importante para ser un ser humano" (Serrell, 1996)... Me gusta esta mirada porque implica que en los museos hay espacio para lo "exhibible" y lo "espectable". Hay lugar para que la verdad, lo esencial del ser humano, sea contado en forma de historia, de ficción. Una forma de relato que aunque se presente como "la realidad" siempre va a ser una escenografía llena de actores listos a salir a escena para fascinar y dejar espacio para las interpretaciones múltiples. 

  • En el capítulo sobre los carteles interpretativos cita del libro " The End of Education" los cinco "relatos actuales" según Postman . Cinco temas que según él nos interesan en el presente y son la base de nuestras preocupaciones en la vida cotidiana. La lista es la siguiente: 1)Obligación moral de cuidar la naturaleza 2)Los seres humanos cometemos errores y podemos corregirlos. 3)Siempre la mirada es subjetiva y hay al menos dos bandos que argumentan cosas distintas. 4)La diversidad es parte de la construcción. 5)Las palabras transforman el mundo y nos transforman a nosotros. Es interesante ver estas ideas atravesando el mundo de los museos. No es raro, por ejemplo, que aparezcan palabras como  "reciclaje", "ecológico", "orgánico" en los textos de los folletos y que sintamos empatía al leerlas. Tampoco que aparezcan carteles con diferentes versiones de la misma historia y material para reflexionar sobre nuestros errores del presente como los análisis sobre el racismo actual (Vean por ejemplo este video que circuló hace un tiempo por Facebook hecho por el programa "Racismo en México"). Las palabras son parte de nuestras búsquedas y ya no las sentimos transparentes y unívocas, por eso discutimos sentidos y nos lleva tiempo elegir las frases. Entendemos la vida como algo difícil de entender y de decodificar, por eso no es raro que cuando leemos la biografía de un artista en un panel, no esperemos el recorrido lineal y épico que se proponía a principios del siglo XX, sino que disfrutemos viendo la diversidad de situaciones que influyeron en su producción. 

Carteles
Escribir algo tan corto como un cartel exige mucho esfuerzo y aunque se busque la claridad es importante poder poner en marcha ideas potentes y complejas. A continuación les dejo los puntos que más me llamaron la atención esta vuelta:

  • En los zoológicos los carteles tienen que lidiar con el hecho de que los animales no estén o se hayan quedado dormidos ¡Nunca lo había pensado! ¿Cómo hacer un cartel lo suficientemente atractivo como para compensar la posible falta de "objeto"? ¿Basta con lo descriptivo? Tal vez sea importante que los datos sensoriales sean más intensos...no sé...Quizás haya que buscar algún recurso para que la persona se quede el mayor tiempo posible y que se conecte con distintas ideas y emociones aunque ese día no vea al animal en cuestión...La autora plantea estrategias como el humor, una buena pregunta o la provocación...Creo que es un tema para seguir pensando...Dejo dos textos citados por ella que me gustaron:   “Los calamares tienen orgías pero los pulpos tienen encuentros cercanos.”(...)   “¿Por qué los tiburones no se comen a los otros peces que viven con ellos en el tanque?” (Serrell, 1996)  

  • El estilo que usan los redactores del National Geographic para  los epígrafes de sus fotos tiene un formato elaborado en donde se busca una relación potente entre imagen y texto. Para lograrlo usan la estrategia de nombrar lo que se ve en la imagen de manera concreta, usar verbos activos y en tiempo presente. Va un ejemplo citado en el libro.  " [Debajo de una foto que muestra a una mujer parada frente a un espejo] Con una última mirada , una bailarina del prostíbulo de Ariguemes chequea su vestido antes de salir al escenario. Cuando su striptease termine ella se cambiará la ropa de trabajo e invitará a los clientes a tomar tragos. (Serrell, 1996) 

  • Calculando el poco tiempo que pasan las personas en los museos (entre diez y veinte minutos promedio) y el tiempo que se tarda en leer (250 palabras por minuto) el número ideal de palabras para cada cartel sería de...¡50 palabras! Si bien ella insiste en la importancia de no usar esto como regla y que es más importante encontrar las frases justas para cada texto, es interesante pensar en la cortedad como marco.En la era de las redes sociales esto no debiera provocarnos sorpresa porque nos la pasamos intentando conmover y comunicarnos en pocas palabras. Sabemos de correcciones porque tenemos claro que una vez que lanzamos  una frase habrá lectores del otro lado. Nos interesa la reacción del "público" porque esperamos con ansiedad los comentarios de los otros y esperamos haber sido lo suficientemente significativos y potentes para que los "otros" se dignen a escribir a partir de lo propio. Pensando en esto es que volví a leer microrrelatos para encontrar tintes literarios en esta economía de letras, puntos y comas (en el blog "sucedeque" hay un post sobre mircorrelatos famosos . También es interesante leer algunos relatos del concurso del Museo de la Palabra)

  • Cada cartel debe tener "recompensa interna". Beverly Serrell insiste en que el aprendizaje en los museos es voluntario, por eso pensar en pequeños premios para aquellos que leen el texto por completo es una buena manera de invitarlos a seguir leyendo.  Esto me hizo acordar a las palabras de Sanchis Sinisterra sobre la importancia del final en las obras de teatro y cómo éste ilumina todo lo precedente dándole un lustre particular a la pieza en cuestión...(En el post "Un museo de España..."  cito la frase). Este es el cartel que ella propone como ejemplo: "En 1847 esta campana colgaba de la cúpula de la iglesia de la congregación. Más tarde se convirtió en la alarma de fuego del pueblo. También sonaba a las nueve en punto marcando el toque de queda cuando todos los  jóvenes debían estar fuera de las calles o tener una muy buena excusa de porqué no estaban en casa. Lo sé, yo era uno de esos jóvenes. Les Schrader" (Serrell, 1996)

  • Es difícil hacer preguntas en los carteles y no caer en cuestiones obvias o parecer examinadores de una escuela. Me gusta cuando dice que las mejores preguntas son los que los visitantes se hacen a sí mismos y cuenta sobre el tipo de encuestas previas a las exhibiciones en donde se chequean palabras que los visitantes asocian al tema de la muestra. También las ideas que ya tienen del tema y las sensaciones que esperan sentir al entrar a la exhibición. Cito algunos carteles de muestras de Argentina: “¿Qué es ser niño? ¿Te acordás de los lugares que no alcanzabas cuando eras chico?” “ [Frente a un arenero común] ¿Cuánto vale este estupendo juego?   (Muestra “Frato en volumen” ) “¿Odiás esta pintura? ¿Quién dijo que tenía que gustarte?” (Fisman, 2009) 

  • La voz de los carteles no es algo menor. En cada exhibición se decide quién es quién cuenta, la voz que habla...Puede ser la de un experto, un amigo cercano, un docente experimentado, una voz institucional, algún protagonista real o ficticio...De Argentina siempre me llamaron la atención los carteles del Museo de la Ciudad porque son coloquiales y parecen comentarios de la vecina de al lado. Y los que me encantan particularmente son los del Museo Ingeniero White por su manera directa, política, humorística y poética en palabras simples y cotidianas:  " [Frente a una foto de enanos de jardín con la mano levantada] Saludamos al enano fascita que llevamos dentro "(Museo Ingeniero White) En el libro aparece también la posibilidad de usar citas textuales como recurso:  " [Frente a una máscara precolombina rota y con cara de susto] Mi abuela me contó que cuando llegó el cristianismo su tío bajó a la playa y quemó todo lo que había . Había escuchado que Dios no recibe a nadie que guarda sus tesoros. Mujer Kitamaat  "  (Serrell, 1996)

Y así...
Y así va terminando el post de un libro leído dos veces, un post que intenta justificar mi vuelta a un mismo libro, tal vez un post que no hace más que hablar del deseo de volver a conectarme con aquello que me dio un tipo particular de felicidad...

Orhan Pamuk
 "(...)la mayoría de las cosas que lees en una novela te las olvidas. Pero te quedas con una impresión. La alegría. El gozo. La sensación de descubrimiento que esa novela te dio. Muchos de los detalles se olvidan. La segunda vez que lees la novela prestas atención a otros detalles." (Andrés Hax-entrevista a Orhan Pamuk -revista Ñ)