19/4/11

Los cuentos cáscara

Un “sabor de frutilla” abandonó al jarabe que le daba sostén. Recorrió mundo y pensó en saborizar tés, aguas, bizcochos, pero aunque lo intentó sintió que no era donde quería estar. El día que conoció a una frutilla verdadera sintió nostalgia de un pasado olvidado y supo que había encontrado su lugar. Al poco tiempo un niño comió de esa fruta. Dicen que la enfermedad que contrajo duró meses, los médicos decían que los jarabes no hacían efecto en él. Sin embargo nadie supo, ni nadie saborizará lo que pasó, sí que la curación llegó el día que se le extirpó un frasquito que había quedado debajo de su lengua.


¿Para qué escribir un cuento "cáscara"?
Muchas veces los relatos que elegimos o inventamos para los Museos se convierten en siervos de los contenidos que queremos transmitir, los personajes se olvidan de sus lógicas y los adecuamos con calzador a la idea que queremos contar. Es verdad que el cuento es de por sí atractivo y permite darle una presencia viva al asunto, pero ... ¿contamos cuentos solo por hacer atractivo(1) algo?

La literatura es perderse en los juegos del lenguaje, es el gusto por los pliegues de la palabra, la búsqueda de nuevos sentidos, la posibilidad de encuentro con uno mismo, el lugar en donde puede aparecer el "punctum" que nos conmueva profundamente...¿no son estos algunos de los movimientos que queremos provocar en los museos ?
Dice Martín Kohan: "Lo que tiene de interesante la literatura es que multiplica significaciones, abre y complejiza, no porque los escritores seamos muy lúcidos sino porque se dan capas de significaciones que ni uno ve. Uno alcanza a percibir en las novelas sobre colegios lo que no podría ver ni con 100 horas de observación, porque la literatura, efectivamente, toma los materiales de la realidad, pero hace otra cosa con eso." (2). Creo que si se cose con cuidado el relato en relación a lo que se quiere mostrar del Museo, si se presta especial atención a la manera en que se van cruzando los hilos, podemos convertirnos también nosotros en visitantes sorprendidos. En educadores con espacio para que el otro también encuentre lo suyo en aquello que tenemos para contar.


Para seguir...
Dejo una cita del texto de Marcela Carranza "La literatura al servicio de los valores..." publicado en la Revista Imaginaria y les recomiendo la lectura del artículo completo. ir al texto.


"Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral.
Los libros están bien o mal escritos.
Eso es todo."
Oscar Wilde ( Carranza, 2006)



1- La palabra "atractivo" es una de las más usadas en la promoción de cuentos en Museos.
2-Entrevista a Martín Kohan- El monitor Nº 16 Abramowski y Dussel, 2008 ir al artículo completo

12/4/11

Un niño en viaje- Museo Aboa Vetus, Turku, Finlandia

Nicolás Arispe- del libro "El insólito ascenso de Madame Pol"

Viajar en avión es sentarse en un lugar en donde las piernas parecieran no importar, luchar con el de adelante por la gradación de su asiento y tratar de tener ganas de ir al baño en el exacto momento en que la señora que da al pasillo se despierta.
Es cerrar los ojos al despegar y amigarse con la religión al aterrizar, agarrar la mano de quien esté al lado durante las turbulencias y pedirle perdón por la intromisión cuando todo vuelve a la normalidad. Es mirar el gesto en la cara de las azafatas y adivinar en el tono del comandante que no haya de fondo algún “se rompió la palanca de cambios”. El tiempo dura el doble de lo que dicen los relojes y la espera se rige por el tintineo de los carritos con comida. Alguno dirá que no tomo en cuenta la belleza de las nubes vistas desde arriba o la magnificencia de la máquina que desafía la ley de gravedad, puede ser, pero nadie puede negar que si hay un momento maravilloso del viaje en avión es cuando se abren las puertas y empieza el otro viaje.


Un viaje a pluma
En el Museo “Aboa Vetus” de Turku, Finlandia, se narra la historia de Matti,
un niño de la época medieval que deja el campo
para venir a la ciudad. La historia aparece contada en un librito que está a disposición del visitante a la entrada (está traducido a distintos idiomas) y señala diferentes estaciones en las que el lector puede detenerse para espiar un dibujo y/o realizar alguna interactividad.


El viaje como tema

El viaje es el tema elegido para este recorrido, viaje en bote para dejar la vida de campo y caminata por la ciudad para conocer las novedades. Es interesante cómo el tópico elegido por los que redactaron el cuento puede funcionar a distintos niveles:

  • Las estaciones: La forma de narrar es una sucesión de cuadros de distintos espacios y personajes de la ciudad. Esta pulsión por seguir descubriendo nuevos lugares puede ser un buen motor para seguir adelante y querer seguir viendo “qué más hay”. Un motor interesante que pierde por momentos intensidad cuando los relatos tienden al monocromismo y al predominio de la descripción enumerativa. También es una oportunidad de tener un “pantallazo” de la ciudad a partir de escenas breves. Así se pueden “ver” más de cerca la casa del comerciante, el callejón de los artesanos, el castillo, los estudiantes…Esta forma de viaje nos remite a un viajero que no busca llegar sino que considera el recorrido como parte de la aventura. Es muy sugerente que en el texto de presentación del Museo se hable de “islas” al nombrar la manera en que están distribuidas las interactividades, no es difícil pensarse un Gulliver o un Ulises capaz de alargar años su recorrido para entretenerse con algún yahoo o alguna Calipso.
  • La historia y sus vestigios: el cuento se basa en un hecho real ya que era mucha la gente que llegaba a Turku en busca de trabajo en la Baja Edad Media. El uso de este marco fáctico para la historia ficcional permite anclar esta situación con una fecha que existió y así darle una verosimilitud histórica al relato. El cuento, además, intenta avanzar en esta vinculación al relacionar las situaciones narradas con las piedras y objetos patrimoniales que participaron realmente de la época pasada y que están presentes para la vista del visitante. Pareciera que la ficción tiene testigos firmes de que Matti “realmente” estuvo ahí perdido entre las gentes nuevas de la ciudad.

  • El visitante-viajante: Es atractiva la idea de presentar a un personaje “en viaje” como guía del recorrido. Lleva tanto tiempo entender las lógicas de cada Museo que ir de la mano de alguien que tampoco sabe qué hacer en esa ciudad tan grande con olores a río y a cueros remojados puede ser una oportunidad para no olvidar nuestra identidad de viajantes-museísticos. Viajantes que buscan el encuentro en donde la aventura nos lleve a saber de los otros para saber de nosotros mismos. Viajantes que no temen a la dificultad inicial que traen los verdaderos aprendizajes porque saben que trasponer esa decepción es la única posibilidad de vivir una verdadera experiencia personal(Bárcena Orbe, 2000).


La libertad de viajar

-Pablito, dejá de ver esa vitrina y volvé con el grupo.

-No tengo ganas, acá hay una figurita buenísima.

-No importa, ahora hay que escuchar al guía.

Silvia Alderoqui dice que es importante recordar que el visitante niño también tiene derecho a armar su propio recorrido. En ese sentido este museo presenta múltiples opciones para que los chicos puedan moverse con absoluta libertad dentro del espacio. Opciones que no solo permiten mayor libertad de selección del recorrido sino que propoenen diferentes maneras de seguir leyendo el cuento

  • A lo largo del recorrido aparecen imágenes para espiar. Dos agujeritos a la altura de los ojos de un niño dan lugar a distintas escenas pintadas al estilo medieval finlandés. Líneas sueltas delinean los personajes con ropa de la época que están dispuestos en el espacio sin perspectiva y realizando distintas acciones. La tonalidad es de colores bajos y terrosos. No hay textos que indiquen a qué escena se están refiriendo permitiendo encontrar distintos momentos del recorrido del personaje.
  • Hay una casita de muñecos que representa la casa del comerciante. Mide algo más de un metro y tiene distintos muebles y muñecos de madera maciza para que los chicos puedan inventar su propia historia. La única indicación que se da es “jugá”, no hay forma de saber quién es Matti ni su hermana, dando la posibilidad de recontar la historia o inventar una nueva.
  • Las interactividades están dispuestas en mesas que salen de la pared y permiten que dos chicos se sienten frente a ella. Hay distintas propuestas: la posibilidad de escribir en tablillas de cera como de los chicos que querían ser sacerdotes e iban a la escuela, ladrillitos para armar distintas combinaciones que formen paredes, un juego con piezas de madera para jugar de verdad... Cada mesa tiene dos asientos enfrentados. Es interesante cómo el deseo de que los visitantes dialoguen está propuesto desde la museografía.

Para seguir pensando

1- Poder acercarse de más cerca a lo que le ocurriría a un niño de esa época es también entrar en contacto con sus emociones e ideas. En el relato se esbozan estas situaciones, pero no se profundizan porque se privilegia la descripción de los detalles y lo sensorial. El texto podría crecer en ese aspecto, la pregunta es cómo…¿Sería mejor darle más fuerza a los conflictos? ¿Escribir descripciones menos enumerativas y con diferentes niveles? ¿Será que haya que abandonar información para seleccionar pocas escenas y así poder darles mayor densidad?

2-

Por momentos pareciera que las piedras y el Patrimonio quedaran como fondo y no participaran profundamente de la propuesta. Tal vez se podría mostrar algunas marcas del “paso” de Matti, alguna hendidura en la piedra en la que él se apoyaba para buscar agua, alguna raya que él hizo con un cuchillo, alguna copa que usaba el señor…


Ir a la página del Museo

El último dibujo, el de las piernas, es de Isol, una ilustradora argentina. Dejo la página para que la conozcan. Página de Isol